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Commentary
La Nación (Costa Rica)

Una ayudita al Comandante

Los países centroamericanos sufren actualmente las consecuencias de la crisis económica mundial, y Nicaragua no es la excepción. El mes pasado, durante una reunión del Sistema de Integración de Centro América (SICA), el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, jefe del Partido Sandinista y gran amigo de Hugo Chávez, propuso un remedio: EE. UU. debería rescatar económicamente a la región. Ortega señaló que si los países centroamericanos “forman parte de la crisis” y han firmado un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (CAFTA), el Gobierno norteamericano debe dar recursos a la región.

Como Tim Rogers informó en el Miami Herald, “ninguno de los otros líderes centroamericanos en la reunión [del 25 de marzo] –a la que asistieron los presidentes de Honduras, El Salvador y Panamᖠsecundaron la moción de Ortega. Incluso, el presidente de Panamá, Martín Torrijos, que intenta obtener la aprobación del Capitolio para un acuerdo de libre comercio con EE. UU., pareció encogerse en su silla durante la intervención de Ortega”.

Descaro. Al margen de sus numerosas limitaciones, lo que a Ortega definitivamente no le falta es desfachatez. El hoy presidente de Nicaragua es quien durante los años ochenta convirtió a su país en un satélite de la Unión Soviética, quien nunca ha dudado en exhibir su antinorteamericanismo ni en aliarse con regímenes radicales antiestadounidenses. Desde que volvió al poder en enero del 2007, Ortega ha denunciado la “tiranía del capitalismo mundial”, ha exigido que “el imperialismo y el capitalismo desaparezcan” del mundo, ha establecido relaciones calurosas con Irán, se ha unido a la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA), el proyecto comercial auspiciado por Hugo Chávez, y ha procurado socavar la influencia de Estados Unidos en la región. Pero ahora, en medio de una severa caída económica, Ortega demanda la ayuda de Estados Unidos, no como un favor, sino como una obligación de Washington.

¿Por qué no se la pide a su alma gemela ideológica en Caracas? Si el precio del petróleo estuviera por encima de los 100 dólares por barril, Chávez quizás podría colaborar para sacar de apuros a los nicaragüenses. Pero tal y como está ahora, y a pesar del ligero aumento en las cotizaciones del crudo en las últimas semanas, la economía venezolana se encuentra sumida en dificultades. Los especialistas de Morgan Stanley anticipan que se contraerá un 4% en el 2009. Venezuela “se fue a la cuneta”, dice The Economist. Acabó 2008 con una tasa de inflación del 31% y Chávez anunció recientemente grandes recortes del gasto público, un aumento del impuesto de ventas y un incremento de la deuda interna de 5.600 millones de dólares a 16.000 millones.

Represión. Chávez inició un intenso despliegue publicitario tras ganar el referéndum de mediados de febrero que abolió los límites de la reelección, lo cual significa que podría continuar en la presidencia indefinidamente. Sin embargo, su país sufre graves problemas de inflación, escasez de alimentos, corrupción y violencia criminal (Caracas se ha convertido en un emporio mundial del crimen).

Con este trasfondo, y la escalada de las necesidades sociales a raíz de la crisis, el descontento popular perfila extenderse y Chávez recurrirá crecientemente a la represión, un desenlace que ha sido común al de otros autócratas tropicales. De igual manera, a medida que la economía venezolana se derrumba, miembros de ALBA como Nicaragua y Honduras deberán olvidarse de la cornucopia de Caracas. Por ello, su mejor esperanza es que la economía de Estados Unidos se recupere cuanto antes. “A veces rezo más por la economía estadounidense que por la nuestra”, declaró el presidente hondureño Manuel Zelaya en esa reciente reunión del SICA.

Nicaragua y Honduras son los dos países más pobres de América Central. En toda América Latina y el Caribe, solo Haití es más pobre. Ortega y Zelaya no han contribuido a mejorar la condición de sus respectivas naciones al insistir en atarlas a una dependencia malsana del petróleo barato y otras dádivas de Chávez. Ahora que la economía venezolana se hunde, Ortega y Zelaya andan muy preocupados, y con razón. A Chávez le queda muchísimo menos dinero para derrochar en sus aliados del ALBA.

Todo esto es una lección no solo para Nicaragua y Honduras, sino también para otras naciones latinoamericanas y caribeñas que estén pensando en unirse al ALBA. Chávez ha arruinado la economía venezolana. La combinación del desplome de los precios de petróleo y la crisis financiera mundial ha destapado el fracaso de su política económica y los tambaleantes fundamentos del reciente boom venezolano. En lugar de orientarse hacia el ALBA y Chávez, los países pobres deberían intentar estimular su cooperación económica con Estados Unidos y otras democracias regionales. Formar equipo con Chávez quizás parecía una buena estrategia en el 2007 y 2008, pero ya no en el 2009.