SVG
Commentary
La Nación (Costa Rica)

Lento avance educativo

El mejor antídoto para la creciente desigualdad que afecta al país y al mundo, es generalizar el acceso a una educación de calidad apropiada. Pero las noticias en este frente no son alentadoras. Evaluando el avance de la iniciativa Educación para Todos (EPT), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) acaba de advertir de que "los progresos encaminados a la consecución de muchos de los objetivos se están ralentizando y lo más probable es que la mayor parte de los objetivos de la EPT no puedan ser alcanzados".

Millones de jóvenes se ven así privados de una oportunidad básica para no caer en la pobreza. Se han dado avances, pero son insuficientes y en los últimos cinco años hubo un estancamiento en el progreso. Así, a nivel mundial están fuera de las aulas 71 millones de jóvenes en edad de cursar secundaria.

En Latinoamérica y el Caribe 1,75 millones de adolescentes no están en el colegio. Nuestro país no los cuenta, pero sabemos que 1 de cada 4 jóvenes no cursa secundaria y solo la mitad de los adolescentes logran terminarla.

Esto agrava la desigualdad. Como señala el informe de la Unesco, titulado Los jóvenes y las competencias: trabajar con la educación, quienes crecen en condiciones de pobreza y exclusión, tienden a tener menores niveles educativos, afectando su capacidad de tener competencias para un buen empleo y por tanto se ven marginados en el mercado laboral.

Problemas de calidad. A las deficiencias de cobertura se aúnan las relativas a la calidad. Los países de Latinoamérica y el Caribe (LAC) lograron mejorar ligeramente el índice de estudiantes por cada docente (de 19 a 17) en la última década, alineándose con el promedio mundial. Pero aún hoy, 1 de cada 6 estudiantes de cuarto grado de LAC no alcanza los conocimientos mínimos en matemáticas, según las pruebas.

Como ilustra el caso de Costa Rica, los problemas de calidad afectan más profundamente a los jóvenes de zonas rurales y los de escasos recursos. En las pruebas de calidad PISA, el porcentaje de estudiantes que obtienen un nivel aceptable en matemáticas es casi tres veces más bajo entre los adolescentes de escasos recursos en relación con los de nivel socioeconómico alto. Nuestros resultados aquí son peores que los de México y Chile, donde esa disparidad es menor.

Cuestión de prioridad. Según la Unesco, para lograr una cobertura universalizada en al menos el ciclo básico de secundaria, es decir, hasta nuestro noveno año, se requiere una inversión de 8.000 millones de dólares anuales a nivel mundial. Se trata de una suma relativamente baja, tomando en cuenta que estamos hablando de todo el mundo y que cubriría las necesidades de 71 millones de jóvenes en ese apartado; es decir, un costo de apenas $112 anuales por estudiante.

Además, se estima que por cada $1 invertido en educación, se obtiene un retorno entre 10 y 15 veces superior en crecimiento económico. Esto hace evidente que el insuficiente avance en este tema fundamental se debe, primordialmente, a la falta de voluntad política de los Gobiernos.

En este sentido, LAC en su conjunto ha estado durmiendo en los laureles, pues si bien se ubica segunda en el gasto público per cápita en educación, con $570 anuales, también es cierto que en la última década esa inversión ha tenido una de las tasas de crecimiento real más bajas, mientras otras regiones del mundo la aumentaron con mayor fuerza.

El caso de Costa Rica es más grave. El gasto público per cápita en primaria y secundaria cayó alarmantemente entre 1999 y 2010, medido en dólares de acuerdo con la paridad de poder adquisitivo. Según el informe de Unesco, el porcentaje total destinado a ambos era de 76,3% del gasto público per cápita en educación en 1999, pero cayó a solo 49,1% en 2010 (México, por ejemplo, les destinó 67,2% en 2010).

De hecho, en la educación secundaria el gasto per cápita cayó en una sexta parte durante ese periodo (medido en dólares de 2009). Como consecuencia, ahora el país se ubica por debajo del promedio de Latinoamérica y el Caribe en ese rubro. Además, el estudio muestra que en lo tocante a la educación técnica, nos ubicamos en el décimo lugar entre 17 países de LAC por nuestro bajo porcentaje de matrícula, con apenas la mitad del nivel de Panamá y El Salvador.

Recuperar terreno. Si la educación es el pasaporte a la igualdad y al crecimiento, como ha sido una convicción histórica de nuestra sociedad y demuestran los estudios, resulta evidente que debemos abocarnos a recuperar terreno en ese campo. Recordemos que fue nuestra ventaja competitiva fundamental, la cual se ha venido erosionando.

Un paso fundamental es plantearnos seriamente la meta de alcanzar un 100% de cobertura en secundaria, a la vez que se adoptan pasos para vincularla estrechamente con el mercado laboral. Esto incluye la flexibilidad curricular que la haga más atractiva para los estudiantes según su contexto, y un fuerte énfasis en las tecnologías de la información y las comunicaciones que hoy son indispensables.

Otro paso es seguir apoyando programas que fortalecen la calidad, como el Bachillerato Internacional en los colegios públicos, y, además fortalecer la educación técnica, que obtiene mejores resultados académicos y la vincula al mercado de trabajo.

Desde luego, la pregunta de fondo es si existe la voluntad política indispensable para impulsar el profundo avance educativo que resulta esencial para atacar la creciente desigualdad que nos aflige.