Al fiscal argentino Alberto Nisman, encargado de investigar el ataque terrorista contra el AMIA, la mutual judía de Buenos Aires, en 1994, se le impidió viajar a Washington para presentar su informe en una sesión del Comité de Seguridad Interna de la Cámara de Representantes fijada para el martes 9 de Julio.
Como sabemos, el atentado del AMIA, con un saldo de 85 muertos y más de 300 heridos, constituyó el mayor episodio terrorista en Latinoamérica. Dos años antes, en 1992, se había producido un atentado similar contra la Embajada de Israel en Buenos Aires. Aunque hubo gran cantidad de muertos y heridos, su balance trágico resultó menor al del AMIA dos años después.
Eran aquellos tiempos confusos de la política. Presidía en Argentina Carlos Menem, quien emprendió un aplaudido programa económico. Sin embargo, la fiscalía de entonces no actuó con la premura y la diligencia que correspondían a los trágicos eventos del AMIA. Tampoco faltaron rumores sobre pagos indebidos y los vínculos de Menem con el ámbito radical del mundo árabe, relaciones que quizás motivaron la lentitud y descuido de las investigaciones en torno a los dolorosos hechos de 1992 y 1994.
Sin timón ni velas. Una década después, las averiguaciones sobre los ataques terroristas navegaban sin timón ni velas. Al llegar Néstor Kirchner a la presidencia, debió escuchar quejas sobre esa situación y hubo movimientos de personal en la Procuraduría General de la Nación. Un joven fiscal, Alberto Nisman, fue puesto a la cabeza de las investigaciones de aquellos casos y pronto se apreciaron los cambios.
La cálida bienvenida que el matrimonio Kirchner recibía en sus visitas a Washington denotaba una atmósfera de amistad y aprecio. Recordemos que los inmensos problemas económicos argentinos cedieron en alguna medida en ese entonces. La calidez norteamericana no disminuyó cuando Cristina Fernández Kirchner devino presidenta de su país. Por algún tiempo, las llegadas de doña Cristina eran aún bienvenidas. Sin embargo, los problemas del endeudamiento argentino persistían y comenzaron a repercutir negativamente en el clima de las giras presidenciales.
Con el fallecimiento repentino de Néstor, su viuda acentuó su tono chavista. Coincidieron con este giro las historias del "cash" para la campaña electoral de Cristina proveniente de Caracas. Su canciller, Héctor Timerman, excónsul en Nueva York y por un rato embajador en Washington, constató cómo las fichas del tablero se tornaban complicadas para el usual jueguito bonaerense. La excepción era Alberto Nisman, cuyos adelantos investigativos cautivaban los oídos de las autoridades. Esto sí era de verdad.
Este cuadro agudizó la perspectiva chavista que, ya de pleno, había llegado a dominar la compleja mentalidad de la mandataria argentina. Así, la semana pasada saltó a la prensa, con grandes titulares, la noticia de que la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Garbó, le prohibió a Nisman presentar, ante el Comité de Seguridad Interna de la Cámara de Representantes, su dictamen completo sobre el affaire AMIA.
La exposición de Nisman debía tener lugar esta semana, el 9 de julio, en un plenario del Comité. Parte jugosa del grueso reporte (650 páginas) está dedicada a desnudar las actividades iraníes en Latinoamérica, incluidas las agencias terroristas en diversos países de la region.
Acercamiento a Irán. El trasfondo de la inusitada prohibición a Nisman lo configura el acercamiento de Cristina a Irán, forjado inicialmente con visitas de Timerman a Siria e Irán en el 2011. Asimismo, se suscribió un acuerdo que, entre otras gemas, autorizaba que los acusados, sobre quienes había recaído una orden internacional de arresto, podrían declarar en su domicilio en Irán. El actual ministro de Defensa, dos expresidentes y otras figuras persas conforman la lista del carcelero.
Según versiones de la Casa Rosada, la gimnasia diplomática ha buscado aumentar las exportaciones argentinas a Irán. De acuerdo con cifras oficiales, hubo un alza notable en ese rubro, si los datos fueran reales. Recordemos que el Fondo Monetario Internacional (FMI) castigó y descalificó a Argentina por la poca credibilidad de sus estadísticas.
De toda forma, amordazar a un alto funcionario argentino invitado por el Congreso norteamericano para ilustrar el caso AMIA son palabras mayores. No obstante, a un día de la sesión del comité legislativo, el nombre de Nisman todavía figura entre los especialistas que iluminarían el lóbrego paisaje iraní para los congresistas.