La historia de las mil y una noches no fue realmente la invención de algún escritor del Oriente. De aquellas antiguas sociedades, regidas por férreos y caprichosos jeques, brotan prodigiosos relatos sobre cómo el emir liquidaba cada noche a su doncella escogida.
Imagino que Recep Tayyip Erdogan, jefe absoluto de la actual Turquía, se entretiene tejiendo leyendas sobre sus imaginarios dones y sus dotes de justiciero rector apegado a los cánones humanitarios de la sociedad ideal que él pacíficamente rige. Pero si realmente él fuera ese líder magnánimo, ¿por qué la prensa insiste en denigrar su figura todos los días y por todo el planeta con inventos maliciosos?
Ah, los celos y las malquerencias han inundado los nidos de los buitres reporteros y, así, las diabólicas aves insisten en embarrarlo a él con el lodo de la mezquindad y las mentiras.
Pues tenemos malas nuevas para el inocente Erdogan. Resulta que una periodista holandesa, Ebra Umar, publicó la semana pasada una columna criticando a Erdogan y a su gobierno por su empeño en atropellar la libertad de expresión. La noche siguiente detectives invadieron su casa para detenerla y llevarla a la estación policial. Ahí la interrogaron sobre su columna por largas horas y un día después la dejaron ir.
Según señala The New York Times, hay dos mil casos en los tribunales turcos concernientes a periodistas, académicos, columnistas, caricaturistas y otros acusados de insultar públicamente a Erdogan. Ofender así al jefe turco es un delito que conlleva cuatro años de prisión y el embargo de bienes.
Otra situación comentada en la prensa europea concierne a un poeta que declamó en la televisión, en Turquía, unos versos humorísticos considerados por las autoridades un delito. Uno más.
Un problema serio es que, en las actuales circunstancias europeas, debido al arribo de los migrantes sirios y otras nacionalidades de Levante y África, la cooperación turca es crucial. En este sentido, un acuerdo adoptado recientemente conlleva el reenvío de migrantes a Turquía por lo cual Ankara recibirá una multimillonaria compensación de la Unión Europea.
Con semejante flujo de apoyo europeo a Turquía, los pragmáticos del continente no tienen otra salida, al menos por ahora. Viene a mi mente una caricatura de Erdogan, adornado como Mandraque el Mago, haciendo brotar de su capón millones de millones de euros en billetes. Salud, amigos.