El próximo domingo habrá una movilización general de protesta en España, convocada por los sindicatos. Será exactamente un mes después de una huelga general de un día cuando fueron cancelados cientos de vuelos de Iberia. Ahora, compartirán la experiencia miles de viajeros más, debido a que el sindicato de pilotos decidió hacer huelga todos los lunes y viernes y ha prometido seguir así hasta julio.
No hay duda de que España atraviesa un período de gran tensión. No deja de ser llamativo que las protestas no son contra quienes causaron la doble crisis (fiscal y de desempleo) que vive ese país, sino contra las medidas adoptadas por el nuevo Gobierno para solventarlas.
Mariano Rajoy, hoy gobernante, heredó de su predecesor un déficit fiscal del 8,5% del producto interno bruto (PIB), una deuda pública que pasó de menos del 40% en el 2007 a más del 60% en el 2011, y una tasa de desempleo de 23,6%, casi el triple del desempleo promedio en Europa y cuatro veces más alta que en Alemania.
Para evitar un descalabro financiero, porque los mercados visto lo sucedido en Grecia, Irlanda y Portugal no están para tafetanes, y para procurar reactivar el anémico mercado de trabajo, el gobierno del Partido Popular (PP) ha tenido que aplicar ajustes significativos, tanto en el ámbito fiscal como en el campo laboral.
Ajuste fiscal. A diferencia de nuestros lares, el recorte del gasto público adoptado por Madrid es severo. Para 2012, los presupuestos generales del Estado fueron recortados en 27.000 millones de euros (más de $35.000 millones al tipo de cambio), un 9,6% menos que el año anterior. El propio ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, calificó el ajuste de "duro, muy duro", pero señaló que estos recortes, junto con esfuerzos para elevar los ingresos en 12.313 millones de euros (más de $16.000 millones), son cruciales para cumplir el objetivo acordado con la Unión Europea de reducir el déficit fiscal a un 5,3%.
"Hay que cumplir sí o sí", ha señalado la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Las dificultades experimentadas en los mercados financieros para refinanciar la deuda española en semanas recientes, son inconfundibles. Así, en una oportunidad no se pudieron colocar todos los bonos, y en otra se tuvieron que pagar intereses más altos.
Estos son síntomas de un problema más hondo y complicado, y parecen dejar poca duda de que lleva razón el Gobierno al insistir en que resulta crítico reducir el agujero fiscal. Sin embargo, esto no quita que los recortes presupuestarios suelen afectar intereses que protestan fuertemente.
Reforma laboral. Lo que más molesta a los sindicatos, desde luego, es la reforma laboral adoptada por el PP. España tiene niveles de desempleo que son el triple del promedio de sus vecinos. Si bien todos enfrentaron la crisis económica del 2009, no en todos se triplicó el desempleo. Parte muy importante del problema es que el mercado laboral español ha sido muy rígido y con beneficios laborales excesivos, quitándole flexibilidad para adaptarse a la situación económica que impera. Rajoy adoptó recientemente una serie de reformas para hacerlo más flexible.
Por un lado introdujo incentivos para que las pequeñas y medianas empresas y los emprendedores generen más empleos, con subsidios que promueven la contratación de jóvenes (el desempleo es del 45% entre los menores de 25 años) y de personas mayores de 45 años que lleven mucho tiempo desempleados. Por otro, brindó a los patronos mayor facilidad para cambiar jornadas, turnos, funciones y salarios para tratar de evitar despidos. De igual manera, redujo el costo de la cesantía cuando haya despidos debido a deterioros en las ventas de las empresas, y eliminó la necesidad de contar con un permiso administrativo para destituir trabajadores pagándoles las prestaciones.
Con medidas para fomentar la capacitación para el trabajo entre los jóvenes, también empezó a responder a la acuciante necesidad de educación para el empleo. Pero ahí España tiene mucho camino por recorrer. Una causa del alto desempleo entre los jóvenes es que el 36% de la población entre 25 y 34 años no completó la secundaria, casi el doble del promedio de los países de la OCDE. También hay problemas de calidad. El 35% de los estudiantes de hasta 15 años han repetido al menos un año escolar y según las pruebas PISA uno de cada cinco estudiantes tiene un bajo nivel de lectura que no se adapta a los requerimientos del mercado laboral de hoy.
Esta circunstancia complica aún más los esfuerzos de Rajoy para sacar a España del atascadero. Las reformas que se pospusieron por años, así como las medidas de contención del gasto y a favor de la estabilidad, ahora deben tomarse de manera abrupta y enfrentando la oposición de muchos que no quieren perder sus conquistas. A la vez, no es fácil responder a las necesidades inmediatas de quienes claman por empleos. Pero, ante la magnitud de los problemas, no parece haber alternativa. Todo esto augura que la temperatura social en España estará muy elevada en los próximos meses, y no será solo por los calientes meses de verano que se avecinan.
Hay en todo esto un mensaje inequívoco para muchos países y no solo en Europa.