España ha solicitado al Gobierno de Venezuela la extradición del responsable de la organización terrorista ETA en esta zona del continente americano por más de una década, Arturo Cubillas, tal y como informó la agencia de noticias AFP. Hasta ahí todo parecería normal, pues cualquier país está expuesto a que un terrorista quiera esconderse en su territorio para evadir la acción de la justicia.
Mucho más allá. La investigación judicial española, conducida por el juez Eloy Velasco, indica, no obstante, que este caso va mucho más allá. Dos terroristas etarras de apellidos Besance y Atistrain que fueron detenidos, confesaron a las autoridades ibéricas que recibieron entrenamiento en toda la parafernalia del terror en territorio venezolano. Esto sucedió tan recientemente como en 2008, y junto a ellos también fueron adiestrados radicales chilenos.
A cargo de recibirlos, protegerlos y organizar su entrenamiento terrorista estuvo Arturo Cubillas, de acuerdo con lo revelado sobre sus declaraciones por la prensa española y confirmado por los jueces. De ahí que Cubillas ha tenido un papel protagónico en el fomento del terrorismo.
Tampoco se trata de que el prófugo de la justicia española hubiera intentado pasar inadvertido en Caracas. De hecho, el terrorista vasco se encuentra estrechamente vinculado al régimen de Chávez como funcionario del Gobierno, el cual, en una paradoja sin igual, le asignó la jefatura de seguridad del Instituto Nacional de Tierras, una entidad perteneciente al Ministerio de Agricultura y Tierras. Por si lo anterior fuese poco, resulta que la esposa de Cubillas, Goizeder Odriozola, trabaja nada menos que con el vicepresidente venezolano, Elías Jaua, como han informado medios españoles.
Todo a la luz del día. Todos los vínculos orgánicos del etarra Cubillas con el gobierno de Chávez han sido puestos en evidencia con claridad cristalina, como resultado de las acciones de los jueces españoles. En cuanto estos pidieron la colaboración gubernamental para detener y extraditar a Cubillas, llegó la inmediata reacción del embajador de Chávez en Madrid, Isaías Rodríguez. Pero no consistió, como se esperaría de un Gobierno responsable, en ofrecer apoyo a las autoridades judiciales. Todo lo contrario, puso en duda la actuación de los jueces españoles, incluso insinuando que las confesiones eran resultado de torturas.
El escándalo resultante forzó al propio Chávez a desmentir al embajador Rodríguez, negar que protegiese a ETA y a prometer, ante petición expresa del entonces canciller español, Miguel Ángel Moratinos, que investigarían a Cubillas yc si era del casoc lo procesarían en Venezuela o lo extraditarían a España. Sin embargo, la fiscal general venezolana, Luisa Ortega, se apresuró a señalar públicamente que en ningún caso Cubillas sería extraditado a España, porque tiene ciudadanía venezolana, aunque evidentemente es de origen español.
En estos días también ha empezado a aclararse el por qué de la virulenta reacción del embajador Rodríguez contra las autoridades judiciales españolas. Resulta que Rodríguez se desempeñó previamente como Fiscal General del Gobierno chavista y, según el diario ABC, un ex fiscal del Ministerio Público venezolano, Hernando Contreras, acusó a Rodríguez de haber protegido a Cubillas de una investigación en el 2001. Lo hizo, declaró Contreras, argumentando que el vasco pertenecía a un grupo armado que estaba luchando desde hacía muchos años por causas justas e irreprochables y eso lo hacía susceptible de persecuciones injustas.
Hervidero de terroristas. Dadas esas circunstancias, difícilmente sorprende saber que, hasta el momento, Cubillas no ha sido detenido ni cesado, y ni siquiera suspendido, pese a la seriedad de los cargos y de sus actuaciones de apoyo al terrorismo. Ante la intensa presión diplomática, lo más que ha hecho, y a regañadientes, la fiscal general chavista, Luisa Ortega, la misma que a priori descartó la extradición de Cubillas sin siquiera haber investigado los cargos, es decir que lo citará pero únicamente como testigo. No es difícil adivinar que Ortega acabará dándole carpetazo al asunto.
No obstante, al destapar los vínculos del régimen chavista con la organización terrorista ETA, las autoridades judiciales españolas han formulado también un oportuno recordatorio sobre el hecho de que Caracas es un hervidero de terroristas. Por algo los grupos terroristas Hamas y Hizbollah, financiados por Irán, se pasean a sus anchas por la capital venezolana. Sean asesinos islámicos o vascos, ahí encuentran refugio, financiamiento y entrenamiento terroristas de todos los pelajes. Estos son casos ventilados abiertamente por las autoridades judiciales españolas y de otros países serios, así como por reputados medios internacionales. Lo increíble es que tantas naciones del continente hayan hecho mutis y continúen pretendiendo ignorar los evidentes peligros que esto plantea para la región.