Mucho me habría complacido compartir con los amables lectores y lectoras alguna noticia mundial grata para animar el espíritu en las puertas del 2016.
Lamentablemente, las nuevas son una realidad dada, y aquellas atingentes a la guerra o guerras siguen ensombreciendo el acontecer global del ayer y el ahora. Son fenómenos que nos entristecen desde que Caín mató a Abel.
Por su íntima vinculación con la guerra y la paz, las ventas de armas baten las campanas de lo que podría avecinarse. A este respecto, circula ahora en el Capitolio un informe anual, todavía caliente, sobre las mayores transacciones de armamentos en el mundo. Son cifras recopiladas y analizadas por una división de la Biblioteca del Congreso, que permiten entrever el curso de la guerra y la paz entre potencias de alto o mediano perfil en nuestro planeta.
El primer suplidor de armas en el mundo sigue siendo Estados Unidos. Con un total de $36.200 millones de ventas, Washington sobrepasó el monto correspondiente al 2013 –$26.700 millones– gracias a un "paquete" extraordinario de pedidos de Catar, Arabia Saudita y Corea del Sur. De esta forma, Estados Unidos se aseguró la mitad del total mundial.
Fue seguido por Rusia que, con ventas por $10.200 millones, monto similar al año anterior, le correspondió la segunda plaza. La tercera antorcha se la dejó Suecia con $5.200 millones en pedidos, seguida por Francia con $4.400 millones y China con $2.200 millones. Este interesante alineamiento ofrece ricas ideas para entrever el futuro curso del orden estratégico.
Por otra parte, en lo que concierne a adquisiciones, Corea del Sur marcha a la cabeza con $7.800 millones en contrataciones mayormente con Estados Unidos. Las tensiones con Corea del Norte, dueña de poderío nuclear, han determinado las cifras de sus compras, principalmente a Estados Unidos y consistentes en transporte militar y equipos avanzados de observación.
Sigue en este orden Irak, sujeto a los humores de Obama, y luego Brasil, con desembolsos por $6.500 millones, mayormente para Suecia, y cuya finalidad es el aerotransporte. ¿Habrá sido Venezuela la mayor preocupación externa de Brasil?
Una nota de cuidado son los pedidos de países menos desarrollados, que en su conjunto significaron $62.000 millones para diversos proveedores, sin especificar. Este, sin duda, es un capítulo que despierta inmensa curiosidad pues plantea el ámbito mayor de las necesidades básicas de un Estado, pero habrá que dejarlo para otra ocasión.