Donald Trump está dolido. Y no es para menos. Según las encuestas, es el presidente norteamericano menos popular de los tiempos modernos. Penoso título, reiterado por los mayores y más influyentes medios de prensa estadounidenses y, posiblemente, del mundo entero. Fue un sopetón que arañó de manera inclemente a este mandatario conocido por su monumental egolatría.
El título apareció el domingo, con algunos minicomentarios suavizantes y quizás penitentes, que colgaban del texto principal como ofrendas fúnebres. En letras pequeñas, hay comentarios menos filosos, seguramente previstos para amortiguar el impacto de la encuesta. Nos enteramos así que la reducida base de apoyo que le abrió las puertas de su elevación presidencial no se ha expandido desde su juramentación. Recordemos que Trump se hizo presidente con un reducido nivel de sufragios, pero cuyos picos abrieron las arcas de unos pocos estados pequeños que resultaron claves en el recuento global de los supremos votos electorales.
Una pequeña mayoría de norteamericanos lo percibe como un líder fuerte. En particular, aplauden sus esfuerzos para lograr que grandes empresas estadounidenses no trasladen sus puestos de empleo al exterior. Asimismo, quienes sostienen que la economía está mejorando sobrepasan por amplio margen a los que afirman lo contrario.
Sin embargo, como señalan los autores de la encuesta, el balance de situación tiende a ser negativo. Mayorías de norteamericanos consideran que en esta fase de su gestión no ha hecho mayor cosa. Asimismo, no muestra mejoría en su temperamento y honestidad, y si bien ha ganado algún terreno en empatía, más de seis entre diez personas consideran que no entiende los problemas de la gente común.
Hasta la fecha, con mayorías republicanas en la Cámara de Representantes y el Senado, su anunciada gran conquista de una ley general de salud fue frenada por sus fraternales legisladores republicanos que no permitieron la votación. A la fecha, Trump solo se apunta la confirmación legislativa del juez Neil M. Gorsuch para ocupar el asiento vacante de la Corte Suprema de Justicia.
Qué lástima el tiempo perdido por la administración Trump en las guerrillas saboteadoras entre algunos asesores presidenciales. Y qué desconsolador pensar que aquel presidente rebosante de soberbia y grandeza no logra superar sus días postreros en Mis Universo. Sin embargo, no menoscabemos la capacidad de Trump una vez que domine los escollos de estos primeros 100 días de su presidencia.