Donald Trump se ha convertido en la amarga píldora que millones de norteamericanos, europeos, latinoamericanos y el resto de los humanos debemos tragar cada día. Basta con mirar la portada de infinidad de medios de prensa o escuchar por la radio y televisión de todos los confines del globo para enterarnos de las más recientes andanzas del multimillonario empresario estadounidense y ahora candidato presidencial del Partido Republicano.
No se han denunciado delitos ni faltas menores en su carrera por la Casa Blanca. Noviembre será la fecha de los comicios presidenciales y legislativos de la superpotencia y los estadounidenses están mostrando un interés inusual en este proceso. O sea que en este concurso Trump deberá demostrar por qué él es mejor opción frente a la demócrata Hillary Clinton.
Clinton, sin embargo, no es precisamente la darling de la jornada. En el sur y oeste de la nación, sobre todo, existen corrientes adversas a que la exsenadora y exsecretaria de Estado colme su sueño perenne de convertirse en titular de la Casa Blanca. Su marido, el popular expresidente Bill Clinton, participa a menudo en su campaña. Esto sin duda es un plus.
No obstante, hay quienes creen que Hillary es una tarántula que chupará los haberes del sector público y los cariños de los interesados en finiquitar negocios dentro o fuera de EE. UU. Sus honorarios como oradora en actividades de los grandes bancos son fantasmas que la persiguen inmisericordes.
Tampoco debemos obviar los temores de importantes grupos, como los conservadores y los neoconservadores, sobre la realidad intelectual de Trump a quien miran desconfiados. Para muchos de ellos, Trump es un vulgar populista, dedicado a proyectar imágenes de sí mismo como el chavalo de la fiesta. Afirman que Trump sabe de poses, muecas y chistes por su experiencia en la televisión, pero tiene cero cerebro para la hora de las graves realidades del país y el mundo que jamás el presidente de la superpotencia intentaría ignorar.
Hay todavía un largo trecho hasta los comicios y mucho sin duda habrá ocurrido. Un luminoso artículo en el Wall Street Journal del exgobernador de Louisiana Bobby Jindal sintetiza muy bien el reto de las próximas elecciones. A su juicio, los comicios estarán muy afectados por las flaquezas del actual mandatario, Barack Obama. Y lo que está en juego es de tal trascendencia que votará por Trump.